domingo, 20 de febrero de 2011

OTRAS CUESTIONES SALTEADAS QUE TAMBIÉN ME IMPACTARON

Cuando asesinaron a Julián Grimau me encargaron ir al sindicato de los metalúrgicos, a pedir colaboración para convocar un acto de rechazo en el Centro Democrático Español, en el que hablaría a los asistentes Antonio Guardiola, responsable político del partido comunista de España en Latinoamérica, y me atendieron también, que pusieron a mi disposición un coche con chofer y altavoces para recorrer todo el día las calles de Sao Paulo, convocando a los españoles al acto; a la hora prevista la capacidad del Centro Democrático estaba a rebosar y  la concentración ocupo gran parte del parque Don Pedro.
Antonio Guardiola que durante la guerra en España había pertenecido a “agitación y propaganda” empezó la disertación pausadamente y poco a poco fue subiendo el tono hasta un momento en que un mechón de sus cabellos se agito y elevo la voz con un grito desgarrador que hizo vibrar al público y lo interrumpió con una salva de aplausos. Aquel gesto impresionaba tanto que imaginando una batalla serviría para que todos se lanzaran al ataque, por lo menos eso me pareció a mí.
Al día siguiente fui con otro directivo del Centro Democrático Español a ver a un cura que tenia un programa de radio para toda la colonia española, íbamos a pedirle que aconsejara a los españoles rezar un padrenuestro por el alma de Grimau, y nos contesto que él era de derechas de toda la vida y que no iba a hacer tal cosa, le contestamos “nosotros pertenecemos al Centro Democrático Español y si usted necesitara un día algún favor no dude en hacerlo pues no discriminamos a nadie en función de su ideología”.
La declaración de la Habana que escuche por la radio, donde Fidel dice: aquí tenemos un tratado de defensa mutua con los EEUU, ¿Qué hacemos con él? Y se levantan voces de entre el millón de guajiros que lo escuchan ¡romperlo¡ y Fidel lo rompe. Esto si que era democracia, lastima que como todo proceso puede llegar a estancarse y retroceder, ya veremos si con Raúl se puede reeditar el verdadero socialismo participativo que tuvo tan buen principio.
La película rusa El Deshielo, con el retorno de verdaderos comunistas confinados en campos de Siberia. La obra de teatro Yerma, de García Lorca. Pero la película que más me impacto fue una titulada Seara Vermella basada en una obra de Jorge Amado, traducida al castellano con el titulo de Mies Roja, trataba del éxodo de dos familias que desde el nordeste brasilero van hacia Sao Paulo y entre las peripecias que ocurren llegan a una ciudad donde había un control para dejar pasar solamente los que gozaban de buena salud, pero el padre no tenia muy bien los pulmones y no pasaba, pero el medico que hacia la revisión le permitió pasar, a cambio de una noche con la hija, y terminaba la película con la llegada a Sao Paulo, sin un trabajo y la hija viéndose obligada a prostituirse para alimentar a sus padres; termina la película lanzando esta hija un escupitajo al publico que tapo toda la pantalla.
Me opero de las amígdalas un comunista presidente de la asociación médica brasilera, en su clínica particular del barrio de Guanabara, después de ocho días en la revisión, me pregunta mirando mi garganta ¿Cuánto pagaste el otro día? Se lo dije y sacándolo del bolsillo me lo devuelve diciendo yo no cobro a un antifranquista.
Llego la hora de venir para España, el partido comunista brasilero que tenia mucha influencia en aquella época me consiguió un pasaje gratuito en un barco de carga, fui a despedirme de amigos que había hecho y en el sindicato de pescadores me preguntan ¿Cuánto dinero llevas?  Lo suficiente para llegar le contesto. Cuanto, insiste, 20 dólares y sacando otros 20 me los da. Por eso yo siempre digo que tengo una deuda pendiente con los comunistas brasileños. En el barco dormía en un banco del pasillo, y hice verdadera amistad con otros dos pasajeros también comunistas, la primer escala fue en las islas Cabo Verde, unas cuantas barquichuelas rodearon el barco y pedían cosas, uno de pelo y barba blancos nos pedía una lata de leche condensada, para vender y poder así afeitarse para que le dieran trabajo, pues si no estaba afeitado decían los contratistas que era viejo. Desembarcamos unos cuantos a pasar la noche en tierra y a la mañana siguiente estando en el puerto esperando la lancha que nos llevase al barco se acerco una señora con un cesto lleno de plátanos y yo sacando todo el dinero que me quedaba de lo que habíamos cambiado (cinco dólares como mínimo) ese dinero no tenia valor mas que allí se lo ofrezco para que me vendiera unos plátanos, lo coje y me deja el cesto entero, y marcha corriendo y mirando a cada poco para atrás por ver si le reclamábamos algo, o tal vez para que no se lo pidieran unos encorbatados caciques que paseaban por allí, con cara de negreros.