domingo, 3 de julio de 2011

QUEDAN POR EL CAMINO MUCHOS MOMENTOS QUE QUIERO CONTAR

Estando en un pequeño cuartucho donde yo reparaba algún aparato de radio (el local era prestado y pertenecía al taller de bobinado de motores eléctricos de un amigo catalán) en Vila Leopoldina Brasil, al lado de ese cuartucho celebraban sus ritos los miembros de una religión, que no recuerdo el nombre, y por un ventanuco yo podía ver de arriba para abajo, a todos los componentes; sale una especie de sacerdotisa y comienza diciendo “ la ira de Deus es terribel” (terrible) y todos se tiraban al suelo diciendo “aleluya aleluya”, yo estaba entretenido mirándolos y no me di cuenta que salía humo de un aparato que trataba de reparar, cuando de repente estalla un condensador electrolítico y con el ruido que venia de arriba, debieron creer que era Dios con un bombazo que los castigaba, y precipitándose fuera dejaron sola a la sacerdotisa, que, se asusto pero no huyo.

En otra ocasión compartía la habitación para dormir con un joven portugués, (que tiempo después pereció ahogado en Ínterlagos) y un brasileño también joven que trabajaba como diseñista  (delineante) en una empresa, este tenia por costumbre leer un trozo de la Biblia antes de acostarse, y un día nos dice: “voy a leeros este capitulo, que trata del diluvio universal”. Y como después de leerlo nos pregunto nuestro parecer, yo le hice la siguiente pregunta: “Tu que eres diseñista, ¿podrías decirme cuanto aumento el diámetro de la Tierra con el diluvio? Se quedo pensativo mirándome como si me interrogara y entonces le dije: “si la lluvia caída en cuarenta días y noches llego a cubrir la montaña más alta y, la montaña más alta tiene 8 kilómetros de altura, el diámetro de la Tierra aumentaría en 16 kilómetros”. Supuse que debió de decirle a su jefe espiritual lo que yo le había dicho y este debió de decirle que yo era el diablo, por que durante varios días me miraba fijamente para la frente, seguramente esperando ver el nacimiento de unos cuernos. Y al final un día me dijo lo siento pero tengo que cambiar de habitación, no puedo seguir durmiendo en la misma que usted. Yo le conteste, yo también lo siento, pero el problema no es mío, sino suyo.

Me lavaba la ropa todas las semanas una buena señora, bastante mayor y cuando me iba para Río de Janeiro, le avise que me trajera la cuenta pues me marchaba, cuando me la trajo, encima de la ropa traía un libro de preciosas tapas que me regalaba; no recuerdo el titulo pero era de su religión, y, yo, sin pensarlo, ni valorar el daño que pudiera hacerle, solamente teniendo en cuenta que yo era ateo y por tanto no iva a leerlo, le dije esa verdad, y viendo la amargura reflejada en su rostro, agregue: Déselo usted a otro que pueda aprovecharlo, la pobre mujer se marcho muy apenada del fracaso y la decepción que sin quererlo le ocasione.

Mucho tiempo antes, cuando yo tendria 4 años,(todavía hablaba mal) fui a mi casa a contarles a mis padres la conversación que habian tenido Bartolomé y el quirosano, este decia a Bartolomé si viene el comunismo como tu tienes dos vacas, una pa vos y otra pa nos, y Bartuelo (llamaban asi a Bartolome) haciendole un corte de manga dijo “por aquí” . Asi interpretaban el comunismo, el reparto de la pobreza.



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