sábado, 13 de noviembre de 2010

ALGUNOS RECUERDOS QUE INFLUYERON EN MI CONCIENCIA CRÍTICA E IDEOLÓGICA

Tendría unos nueve años, iba junto con mi hermano a la escuela de José Maria Lana en San Martín de Teverga; este ciudadano naturalmente de derechas, a los niños de padres de izquierdas nos hacia sangrar por la cabeza dándonos un puntillazo con un abre-hojas de hueso, hasta que un día uno de los niños que llegó a casa sangrando por las cabeza, hizo que el padre tomara cartas en el asunto y espero escondido tras de un castaño al tal maestro; no sé que razones esgrimiría pero el caso fue que no nos dio mas puntillazos. Pronto fue sustituido por otro profesor no recuerdo el nombre, se decía que lo habían mandado a Teverga deportado.


Sentado a mi vera había un niño ya mayor, cuya familia vino huyendo de la guerra hasta Teverga desde un pueblo de Castilla, del que salieron con prisas (imaginaba yo) pues el pobre niño siempre llevaba puesto un abrigo porque no llevaba pantalones, y, a medio día no iba a casa, seguramente por que no tendría nada que comer en ella; iba a una tienda cercana y con una perrona (moneda de 10 céntimos) compraba una sardina salona que machacaba sobre una piedra con la mano y la comía sin más.


Con 10 años yo y 12 años mi hermano, pasamos al colegio de segunda enseñanza, a medio kilómetro de San Martín de Teverga donde hicimos el ingreso y parte del primer año de bachiller. El director del colegio era el cura; teníamos la obligación de asistir a misa de ocho de la mañana a nueve, todos los días, pero un día un grupo de cinco nos entretuvimos observando una lagartija, con lo que llegamos unos minutos tarde a la misa. El castigo para los cinco fue una semana de rodillas durante todo el día de clase, vigilados por un guardia civil retirado, que no nos perdía ojo. 


Cuando se enteró nuestro padre, que estaba exiliado por ser socialista,(se comunicaba con un hermano adicto al régimen al que no violaban la correspondencia), ordenó que saliésemos del colegio, con lo que supuso que desde esa edad no volvimos a las aulas y estudiamos por correspondencia cada uno lo que quiso.


Creo que fue en el año 1947 cuando estuvo unos meses en nuestra casa el tío José Ramón, hermano de mi madre, venia huido de la mina “La Camocha”, salvando de una redada donde asesinaron a cinco o seis, y gracias a la hermana de un falangista de Mareo que oyó su nombre, cuando un grupo de falangistas ponían en lista a los que iban a matar al día siguiente, (lista que publico un diario de Gijón, y en la que aparecía José Ramón); esta hermana del falangista que pudo oír lo que se tramaba en aquella reunión en su casa, salio a media noche andando casi un kilómetro para decir a un compañero de trabajo de José Ramón, que avisara a este de que a las nueve de la mañana iban a buscarlo para matarlo. Aquella joven era amiga de la novia de José Ramón. Cayó aquel día una agrupación del partido comunista de “La Camocha”.


Fue en esta etapa cuando iniciamos mi hermano y yo nuestra andadura comunista, charlando con él de la lucha del partido. Entusiasmados cuando nos contaba como desde La Providencia izaron un globo con octavillas que cayeron sobre la playa, o cuando en la sala de baile del Roble en La Camocha subieron al tejado con una lata llena de agua que salía poco a poco por un pequeño agujero y atado a la lata un manojo de octavillas que cayeron sobre la pista de baile cuando se vació el bote.

Un día me encontré con el responsable de un grupo comunista que había en Teverga y me ofrecí para participar en la lucha anti-franquista que desarrollaban, que contaran conmigo, y me dijo “que casualidad la semana pasada me dijo lo mismo tu hermano”, ninguno de los dos había comunicado con el otro que se quería afiliar al partido comunista. Tendría entonces 15 o 16 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario