sábado, 13 de noviembre de 2010

LA ESTANFLACIÓN

En la década de los 60, no recuerdo en que año fue exactamente, quizás en el 67, recién trasladada la Sociedad Cultural Gijonesa a la calle Marqués de San Esteban, nos dio una charla, un economista (no recuerdo el nombre) que vivía cerca de la plaza de toros de Gijón y al que acompañaba Daniel Palacios, sobre una nueva palabra que se incorporaba al léxico de la economía, la “estanflación”, presentada como una situación que dañaba la economía del país en muy alto grado, y a la cual daban la explicación siguiente:

Primero suben los precios hasta un tope ( imaginemos Octubre del 2008) y luego empiezan a bajar, es cuando se produce la estanflación. La llaman así porque aquel que va a comprar un artículo determinado, espera a que baje más el precio; el que desea invertir en cualquier negocio espera también a que se aclare la situación del mercado y los bancos suspenden los créditos, con lo que resulta que el dinero que podríamos denominar voluminoso, queda estancado y daña la economía del país agravando la crisis como apreciamos también después de Octubre del 2008.

Aquel economista (que debía ser de verdad y no como casi todos los de ahora que son solo agentes bancarios) explicaba, que había un remedio para que la estanflación no dañara tanto a la economía del país. Este remedio consistía en dar mayor velocidad al dinero que se gasta, que es precisamente el que se usa para comprar artículos de primera necesidad. ¿Cómo se da más velocidad a este dinero?.- Dando préstamos a aquellos que lo devuelven rápidamente, que son los que carecen de él y  los que lo deben; porque van a usarlo sin demora en cuanto lo reciban.

Un ejemplo aleccionador es el de aquel cuento del turista que va a un hotel en Mallorca y no está el encargado, solo estaba un niño, el turista con prisas deja sobre el mostrador 20 duros y pide al niño que le enseñe por favor las habitaciones disponibles, el niño obedece y suben a verlas, llega el encargado, ve los 20 duros y pide a un empleado que se los lleve al carnicero a quien se los debe, el carnicero los coge y llama a la puta, que pasaba precisamente en aquel instante por la cera de en frente, se los debía y se los da, esta recuerda que esta en deuda con el hotel y va inmediatamente a pagarla, un segundo más tarde baja el turista recoge los 20 duros que aun estaban sobre el mostrador y dice que no le interesan las habitaciones disponibles. En diez minutos esos 20 duros arreglan la situación de tres deudores.

Si se hubiera aplicado este principio después de Octubre del 2008, no tendríamos una crisis como la que tenemos tan grave, que, somos el único país del entorno europeo donde disminuyó en un porcentaje muy considerable el consumo de artículos de primera necesidad.

Aún estamos a tiempo para tomar medidas de este tipo, de lo contrario, mucho me temo que se sucederán durante mucho tiempo mini-crisis, una tras de otra, dependiendo de subidas esporádicas de los precios, que nos afectan precisamente más a nosotros, por que la capacidad de compra de unos cuantos millones de ciudadanos es muy inferior que la de los ciudadanos de los países de nuestro entorno.

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